El Gobierno vivía en armonía con una población que le aplaudía casi todas las medidas hasta la pasada semana, cuando se conoció el plan de gravar el salario de Navidad, los servicios digitales y las compras en dólares con tarjetas de crédito.
Esas disposiciones provocaron una ola de críticas que obligó al presidente a llamar a una rueda de prensa el pasado sábado, en la que precisó que todas las medidas serán consensuadas con la sociedad y que no se impondrá nada.